

JESUS + NADA = TODO
Reuniones:
Domingo 11 AM - Miércoles 20 PM
José Luis Coo 0479 Puente Alto
Santiago Chile
+569 2858 7493
Pertenece al Presbiterio Iglesia Cristiana Presbiteriana ICP a partir del 26 de mayo de 2024
EN QUE CREEMOS
Iglesia Cristiana Presbiteriana de Chile (I.C.P) acepta las Confesiones de:
“El Credo de los Apóstoles”, “El Credo de Nicea” (D.C. 325), “El catecismo de Heidelberg” (D.C: 1563), “La Confesión de Fe de Westminster” (D.C. 1647) y sus Catecismos Mayor y Menor” (D.C. 1648) y afirma que:
1.- Las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son la Palabra de Dios, perfecta, única regla de fe y práctica inerrante.
2.- Hay un solo Dios, y el hombre adorará solo a Él; Dios es espíritu, auto existente y omnipresente, distinguiéndose a sí mismo de todos los otros dioses y de lo creado: Dios es infinito, eterno e incambiable en su ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, deidad y amor.
3.- Hay tres personas en la divinidad: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo; Él es Dios trino, uno en trinidad, igual en poder y gloria.
4.- Dios creó todas las cosas visibles e invisibles por el poder de su Palabra y las preserva y gobierna. El actúa en todas las cosas por su plan de acuerdo a su propia voluntad y gobierna todas las cosas para cumplir su propósito que es justo, santo y bueno. Siendo Dios en su naturaleza no es autor del pecado.
5.- Dios creó al hombre, a su propia imagen en conocimiento, justicia, santidad y verdad, con dominio sobre todas las cosas vivientes. Todas las razas humanas provienen de una sola fuente.
6.- Nuestros primeros padres siendo creados en libertad, para elegir entre el bien y el mal, trasgredieron el mandamiento de Dios a través de la tentación. Toda la humanidad, descendiente de Adán por generación ordinaria, pecaron en él y cayeron con él en esta trasgresión. El hombre, teniendo la posibilidad de cometer un crimen, excepto el pecado original, y la naturaleza corrupta de la humanidad, ha cometido pecado, de modo que nosotros somos justamente responsables del justo enojo de Dios, de los juicios en este mundo y de lo que éste ha llegado a ser.
7.-Dios envió al mundo a su eterno, unigénito Hijo Jesucristo, para salvar al hombre del pecado, la corrupción y el castigo por el pecado, para dar vida eterna en su infinito amor. El Hijo de Dios, Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, siendo verdadero y eterno Dios, igual y de una sustancia con el Padre, habiendo llegado la plenitud del tiempo, tomó sobre sí la naturaleza humana con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades comunes, aunque sin pecado. Fue concebido por el poder del Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, de la sustancia de ella. Así que, dos naturalezas completas, perfectas y distintas, divinas y humanas, se unieron inseparablemente en una Persona, pero sin conversión composición o confusión alguna. Esta Persona es verdadero Dios y verdadero hombre, un solo Cristo, el único Mediador entre Dios y el hombre. El obedeció perfectamente la ley de Dios, ofreció su cuerpo, llegó a ser un verdadero y perfecto sacrificio y satisfizo la justicia divina. Para el propósito de reconciliación
entre Dios y el hombre, Él fue crucificado en la cruz, muerto y sepultado. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Está sentado a la diestra de Dios intercediendo por su pueblo. Desde allí vendrá al fin del mundo, y los muertos resucitarán para ser juzgado juntamente con los vivos.
8.- La existencia del Espíritu Santo de Dios el Padre y Dios el Hijo, opera la salvación en el hombre, convence al hombre de su pecado y miseria, ilumina el corazón del hombre para conocer a Cristo, renueva la voluntad del hombre, lo exhorta, le da poder para aceptar a Jesucristo quien ofrece al hombre el Evangelio en la gracia libremente, y también actúa en nosotros para llevar el fruto de la justicia de Dios.
9.- Antes que Dios creara el mundo, El eligió en su amor a su propio pueblo para hacerle santo e intachable, predestinado y adoptando a sus hijos a través de Jesucristo de acuerdo a sus deseos y voluntad, para honrar la gloria de su gracias derramada libremente sobre quienes El ama. Sin embargo, la salvación perfecta es ofrecida libremente a toda la humanidad para que se arrepienta de sus pecados, creyendo en el Señor Jesucristo como su salvador, dependiendo de El y siguiéndole, obedeciendo la voluntad revelada de Dios, ser humilde conducirse en santidad para dar testimonio que el que cree en Cristo y le obedece será salvo. Los beneficios particulares que son acompañados con la justificación, adopción como hijo de Dios, la santificación y glorificación con para los creyentes que están firmes en la salvación de Dios y gozosos en este mundo.
10.- Los sacramentos instituidos por Cristo son: el Bautismo y la Santa Cena. El bautismo de agua, administrado en el nombre de Dios el Padre, el Hijo y el espíritu Santo, es el signo y sello de nuestra unión con Cristo, la promesa para nuestra regeneración y renovación por el Espíritu Santo y la posesión que Dios hace de nosotros. El bautismo será administrado a quienes hacen de fe en Cristo, y a sus hijos. La Santa Cena será conmemorada por el pueblo de Dios
hasta el día de la venida del Señor, y es un signo de una promesa de mayor fidelidad al servicio el Señor y un signo de comunión con Él y su pueblo, que cree y confía en su expiación de la cual el beneficio de Dios fluye a nosotros. Los beneficios de los sacramentos no son encontrados en sí mismos o en alguna virtud del que administra, sino solo en la bendición por Cristo y la obra del Espíritu Santo en aquellos que por fe los reciben.
11.- Todos los creyentes deberán unirse a la membresía de la iglesia con instrucción previa, tener compañerismo con otros creyentes, participar en los sacramentos y otras ordenanzas, obedecer todas las leyes del Señor, orar en todo tiempo, guardar el Día Santo del Señor, reunirse con otros creyentes para adorar al Señor y ser alimentados con la predicación de la Palabra de Dios, ofrendar en la forma como Dios nos provee abundantemente, compartir con otros el espíritu de Cristo, participando también el mismo espíritu con todas las personas, procurar promover la expansión del Reino de Cristo por todo el mundo, y esperar con expectación la segunda venida del Señor en su gloria.
12.- Los muertos recibirán su recompensa de acuerdo al bien o el mal hecho en este mundo ante el tribunal de Cristo cuando ellos sean resucitados en el último día. Los que creen en Cristo y le son obedientes son y serán verdaderamente perdonados y aceptados por El en gloria. Y los que no creen recibirán condenación eterna.
